La fuerza del primer amor
El papa Francisco recuerda en su
exhortación apostólica que la primera motivación para evangelizar es el amor de
Jesús que hemos recibido, esa
experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más ¿qué amor
es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de
hacerlo conocer?. El verdadero misionero, que lo es por ser discípulo, sabe que
Jesús camina con él, respira con él, trabaja con él; percibe a Jesús vivo en
medio de la tarea misionera (cf. EG, 264-265). Y si uno no lo descubre a Él
presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el
entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y
pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada,
no convence a nadie (EG, 266).
Solo desde ese saberse enviado por
Dios puede el misionero vivir con alegría el servicio de de iluminar, bendecir,
vivificar, levantar, sanar, liberar a los demás. De ahí el grito de Francisco: ¡No
nos dejemos robar la alegría evangelizadora! (EG, 83). Es una invitación a
sumergirnos en la alegría del Evangelio y a alimentar el amor de Dios, capaz de
iluminar la vocación y la misión propias. Con motivo del último DOMUND escribía
el santo padre: Os exhorto a recordar, como en una peregrinación interior, el primer
amor con el que el Señor Jesucristo ha caldeado el corazón de cada uno, no por un
sentimiento de nostalgia, sino para perseverar en la alegría. El discípulo del
Señor persevera en la alegría cuando está con Él, cuando hace su voluntad,
cuando comparte la fe, la esperanza y la caridad evangélica (Mensaje para la
Jornada Mundial de las Misiones 2014). …
Mensaje de la Presidencia de la Pontificia Comisión
para América Latina