Ignacio
Clemente nació en Villafeliche (Zaragoza) el 1762. Hijo de Francisco Delgado y
Teresa Cebrián-Melús. De ellos y de un tío sacerdote recibió desde niño una
esmerada educación cristiana.
Profesó en los Dominicos de Calatayud y se ofreció para
ir al Extremo Oriente. Ya no volvería más. Casi un año duró la azarosa
travesía, por el Atlántico, México y el Pacífico. Ordenado Sacerdote en
Filipinas, es nombrado obispo por Pío VI, a sus 31 años, en 1794, para el
Tonkín Oriental.
Entre terribles dificultades y persecuciones, durante
casi medio siglo de entrega misionera, se hizo todo para todos, con frutos
abundantes de conversiones, consiguiendo también muchas vocaciones entre la
población nativa. Traicionado y encarcelado, "a gusto daré mi vida por Cristo" exclamó. Fue enjaulado
y expuesto al ardor del calor insoportable, hasta desfallecer y morir el 12 de
Julio de 1838. "Todo lo soportó con increíble paciencia", dijo
Gregorio XVI.
S.S. Juan Pablo II, en un solo día, -el 19 de junio de 1988-,
canonizó a 117 mártires que habían derramado su sangre por Cristo, en diversos
momentos, en Conchinchina, Annalll y Tonkíll, hoy Vietnam del Norte. Era hasta ahora la canonización más numerosa. El Papa
pedía que estos Santos fueran semillas fecundas de nuevas y numerosas
vocaciones misioneras.
Entre los 117 mártires había 11 españoles y un grupo de
franceses, junto con una gran mayoría de nativos. Había obispos, sacerdotes
seculares, religiosos dominicos, miembros de la fraternidad laical dominica,
catequistas, un seminarista y numerosos laicos de todas las clases sociales.
Todos murieron víctimas de horrendos suplicios, de hambre, sed, asfixia,
torturas, incrementados con insultos y burlas. Todos murieron amando y
perdonando.
Entre los 11 españoles -todos de la familia dominica-
había 6 obispos. Estos son los nombres de los nuevos Santos: Mateo, Francisco,
Jacinto, José, Domingo, Jerónimo, José María, Melchor, Pedro, Valentín e
Ignacio Clemente.