Una de las experiencias más bonitas que puede tener un cristiano –también un joven o un niño– en su vida de fe es que la Iglesia es una gran familia en la que nadie sobra y, sin ser nadie imprescindible, todos somos necesarios. Una gran familia en la que rezamos juntos y remamos todos en la misma dirección.
Esa ha sido la experiencia de los
jóvenes que acudieron el verano pasado a la Jornada Mundial de la Juventud de
Lisboa. Esa es también la experiencia de los jóvenes y no tan jóvenes que han
tenido la fortuna de participar en alguna actividad misionera en su tiempo de
descanso o vacaciones.
Justamente el Santo Padre Francisco ha pedido que 2024 sea un año dedicado a la oración: “En este tiempo de preparación, me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran «sinfonía» de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo. Oración, para agradecer a Dios los múltiples dones de su amor por nosotros y alabar su obra en la creación, que nos compromete a respetarla y a actuar de forma concreta y responsable para salvaguardarla. Oración como voz «de un solo corazón y una sola alma» (cf. Hch 4,32) que se traduce en ser solidarios y en compartir el pan de cada día” (Carta a S. E. Mons. Rino Fisichella para el Jubileo 2025, 11-2-2022). Y ¡dicho y hecho! Desde las OMP queremos hacer de este un año en el que la oración sea, como le gusta decir a Francisco, la primera Obra Misional Pontificia.
La Obra de la Infancia Misionera, en todo el mundo, quiere
hacer una llamada a todos los niños a ofrecer alguna oración por los
misioneros, por la tarea de evangelización que realizan y por las vocaciones a
la misión. Infancia Misionera puede ser la primera promotora de esa preciosa y
gran sinfonía de la que habla el Papa.
Siempre hemos querido hacer ver que la primera forma de colaboración en la inmensa tarea de llevar el Evangelio a todos es la colaboración espiritual. La posibilidad de ofrecer una oración, sencilla, pero llena de grandes deseos, y también, ¿cómo no?, la ofrenda de un pequeño sacrificio, de una renuncia, de una aceptación sonriente de alguna contradicción o contrariedad.
Esto es lo que hemos querido resaltar
con el lema elegido para la Jornada de Infancia Misionera de este 2024:
“Comparto lo que soy”. La misión no es dar cosas, o no es solo dar cosas.
Misión es entregar lo que yo vivo y soy: mi fe, mi esperanza, mi amor. Misión
es sentirme unido a todos los niños del mundo a los que nuestras misioneras y nuestros
misioneros están enseñando el Evangelio, la vida de fe, la alegría de ser hijos
de Dios. Misión es sentirme responsable, a través de mi oración y de mi entrega
personal, de que Jesús sea conocido y amado por todos los hombres.
“Comparto lo que soy” es hacer consciente a cada uno –y, en
este caso, de un modo particular, a los niños de nuestros colegios, catequesis
e Iglesias domésticas– de que cada cual puede aportar mucho y de que entre
todos estamos sacando este encargo del Señor adelante. El Papa nos ha propuesto
la oración, y cada uno de nosotros, sabiendo que lo que yo puedo tú no lo
puedes y que lo que tú puedes yo no lo puedo..., ¡haremos juntos algo hermoso
para Dios!
Vamos a remar todos en la misma dirección, mirando al frente, a donde el Santo Padre nos está señalando, sabiendo que nada de lo que damos, de lo que ofrecemos, de lo que oramos queda sin dar fruto. Ojalá el lema elegido para este año, anterior al Año Santo jubilar de 2025, nos ayude a quienes tenemos la impresionante y preciosa tarea de formar a los niños y a los jóvenes para hacerles descubrir el valor de todo lo que rezan y ofrecen a Dios con generosidad. Para el que cree no hay nada pequeño. Cada oración, cada pequeño sacrificio, la limosna que se da desprendiéndose de lo propio, es valiosa por el amor que se pone al entregarla.
Sin duda, esa oración va a elevarse al Señor desde cada uno de los pueblos y ciudades de nuestra querida España, pero se va a unir a la oración de todos los niños de Europa y, por supuesto, a la de los niños de África, Oceanía, Asia y América. Cada uno en su idioma, cada uno con sus formas y expresiones particulares; pero todos a una rezando a Jesús para que no falten en la Iglesia hombres y mujeres que sientan la urgencia de la evangelización, que quieran mirar al mundo en el que vivimos, con todas sus contrariedades y dificultades, como un reto para los que amamos a Dios.
Por José María Calderón, Director de OMP en España
"COMPARTO LO QUE SOY"
14 DE ENERO JORNADA DE LA INFANCIA
MISIONERA 2024
El lema de la Jornada 2024 en España quiere llamar a los más
pequeños a entender la misión. El Padre José María Calderón, director nacional
de OMP, dice que la misión consiste en “entregar lo que vivo y soy: mi fe,
esperanza y amor”.
Toda la información y materiales de la campaña en www.infanciamisionera.es
La Obra de la Infancia Misionera constituye “una verdadera red de solidaridad humana y espiritual entre los niños de los antiguos y nuevos continentes” (Juan Pablo II). En ella “los niños ayudan a los niños” en un dar y recibir recíprocos.
Se trata de un importante recurso formativo, orientado a que
los niños aprendan a participar de una manera activa y concreta en el anuncio
de la Buena Noticia. Con su oración, sus ofrecimientos personales, su
colaboración económica y su apertura a la posible vocación misionera, los niños
ponen su granito de arena para transformar el mundo con el mensaje alegre y
esperanzador del Evangelio y experimentan lo que es ser “pequeños misioneros”.
En España esta Obra celebra su Jornada el cuarto domingo de
enero, como impulso a las actividades que se desarrollan en las diócesis a lo
largo de todo el año.
La Obra Pontificia de Infancia Misionera nació en 1843 en Francia, cuando el
obispo Forbin-Janson recurrió a los niños de su diócesis, en vez de a grandes
benefactores, para ayudar a otros niños necesitados en China. En 1922, el papa
Pío XI asumió como suya esta iniciativa y le dio el carácter de Obra
“Pontificia”. En España se implantó en 1852, con el apoyo de la Reina Isabel
II. La primera niña registrada fue su hija mayor, la Princesa de
Asturias. Es la gran apuesta de la Iglesia para dar protagonismo a
los niños invitándolos a que descubran la riqueza de la fe recibida en su
bautismo y la compartan con los niños.
Obras Misionales Pontificias Dirección Diocesana de Zaragoza